Rincón del Conocimiento

Las flores ya no huelen tanto como hace un par de siglos. Eso creen los científicos de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos.

Sin embargo, las flores hoy huelen menos no precisamente por que su fragancia sea menor sino porque no llega a nuestro olfato de igual manera. Su olor se muere por el camino. Es decir, las sustancias aromáticas de las flores se enlazan con mucha facilidad con otros compuestos químicos propios de la polución presente en el aire y pierden sus propiedades aromáticas.

Según los cálculos de los científicos en el siglo XIX, por ejemplo, cuando el ambiente no estaban tan lleno de polución como hoy en día, las moléculas que producen el olor en la flores viajaban desde la flor en el aire unos 1.000 ó 1.200 metros hasta llegar a nuestra nariz. Sin embargo hoy no llegan a recorrer unos escasos 300 metros.

El hecho de que las flores no huelan no es algo tan trivial como que no podamos disfrutar de su dulce aroma si nos alejamos unos metros sino que es un serio trastorno para los insectos. La sustancias aromáticas son las que les indican dónde están las flores. Son señales que les llevan hasta el preciado manjar.

Ellos se alimentan de néctar, lo necesitan para vivir y esto, creen los firmantes del estudio, es una posible explicación a la disminución de algunos insectos polinizadores como las abejas.

Y no solo eso, el néctar sirve para atraer a estos insectos para que transportan polen (el pegado en su cuerpo hasta otra flor y les ayude así reproducirse. Así que la polución también disminuye el número de plantas.


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