Rincón del Conocimiento

Investigadores estadounidenses han planteado una nueva teoría de desplazamiento de los continentes que ubica el centro de un futuro supercontinente, denominado Amasia, en un lugar cercano al Polo Norte. Según esta hipótesis, el océano Ártico y el mar Caribe desaparecerán, la separación entre América del Norte y del Sur dejará de existir y se unirán por su zona norte a Asia y Europa.

Un equipo de geólogos de la Universidad de Yale (EE UU) ha planteado una nueva hipótesis sobre hacia dónde se desplazarán los grandes bloques continentales y cuál será su distribución dentro de millones de años. Los autores del trabajo han llamado a este proceso orthoversion y lo describen en el último número de la revista Nature. Según su teoría, el continente americano se desplazaría hacia el norte y provocaría que el actual océano Ártico y el mar Caribe desaparecieran.

Como explica el trabajo, después de que las aguas del Ártico y del Caribe dejen de existir, “estaríamos de camino hacia el próximo supercontinente", explica Ross Mitchell, investigador de la Universidad de Yale y autor principal del artículo. Además, América del Norte y del Sur, fundidas, terminarían por juntarse con Europa y Asia. El experto reconoce a SINC que este tercer modelo “representa un término medio entre las otras dos teorías que ya existen (sobre la creación de un supercontinente) y que son completamente opuestas entre sí”.

En este modelo, tanto Asia como América del Norte, que estarían unidas por una nueva cordillera formada tras su colisión, podrían ocupar el centro del nuevo Amasia, ubicado en un punto cercano al Polo Norte actual. “Todavía falta mucho para que ocurra tal acontecimiento”, afirma Mitchell, aunque estima que la unión de América con Eurasia ocurriría dentro de entre 50 y 200 millones de años.

La unión de Asia y Norteamérica en el futuro supercontinente Amasia. Ross Mitchell et al.
Taylor M. Kilian, investigador de la misma universidad y segundo autor del estudio añade: "Este tipo de análisis nos ofrecen una forma de organizar los continentes, tanto en latitud y longitud, y permiten comprender mejor la dinámica del interior profundo de la Tierra".

“Los resultados son importantes para tener conocimientos más profundos sobre el funcionamiento interno de la Tierra y para una mejor comprensión de la geografía de su superficie cambiante”, concluye Mitchell.

<<Dos teorías previas>>

Según un modelo anterior denominado “de introversión”, dentro de 50 millones de años el mar Mediterráneo desaparecería, Europa y África colisionarían y Australia se uniría a Indonesia. Estos movimientos, sumados al desplazamiento de la Antártida hacia el norte y a la desaparición del hielo de Groenlandia, provocarían un aumento del nivel del mar cercano a los 90 metros, con las consiguientes inundaciones y cambios en el clima. Si estos hechos ocurrieran, 200 millones de años después África se desplazaría hasta chocar con Norteamérica y envolvería Sudamérica convirtiendo al océano Pacífico en el más extenso al ocupar la mitad del planeta. La teoría denomina Pangea Última al supercontinente que se hubiera formado tras estos cambios. 

La otra alternativa es la de extroversión, un modelo opuesto al anterior. En esta hipótesis todo el continente americano se desplazaría por el océano Pacífico y rotaría hasta envolver Siberia y unirse con Asia, dando como resultado Amasia. A su vez, la Antártida migraría en dirección hacia el norte mientras que el este de África, separada del resto del continente, y Madagascar se moverían a lo largo del océano Índico hasta fusionarse con Asia. Esta teoría predice que las aguas del Pacífico se cerrarán por completo dentro de 350 millones de años.
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Las bacterias magnetotácticas son microorganismos exóticos que se guían por el campo magnético de la Tierra. Poseen cadenas de cristales magnéticos, llamados magnetosomas, que les sirven como una brújula. Esta clase de bacterias se descubrió en 1970, y la comunidad científica no ha dejado de asombrarse ante este portento de que microorganismos relativamente simples sean capaces de orientarse mediante el campo magnético de la Tierra, como hacen algunas aves, insectos y animales marinos.

Ahora, unos científicos del Centro Nacional francés de Investigación Científica, la Universidad Pierre y Marie Curie en Francia, la de Aix-Marsella II en Francia, la Federal de Río de Janeiro en Brasil, la de Pannonia en Hungría, la de Nevada en Las Vegas, la Politécnica Estatal de California y el Laboratorio Ames, estas tres últimas instituciones en Estados Unidos, han identificado, aislado y cultivado un nuevo tipo de bacterias magnéticas que podrían conducir a la comunidad científica hacia nuevos avances en la biotecnología y la nanotecnología.

Las bacterias analizadas provienen de una laguna en el borde del parque natural del Valle de la Muerte, en Estados Unidos.

Aunque muchas bacterias productoras de magnetita pueden ser cultivadas y estudiadas con facilidad, el equipo de Dennis Bazylinski y Christopher Lefèvre ha conseguido por primera vez cultivar una especie microbiana productora de greigita. La greigita es un mineral compuesto básicamente por sulfuro de hierro y comparable en algunos aspectos a la magnetita, cuya composición es esencialmente óxido de hierro. La presencia de estos cristales magnéticos hace que las bacterias y sus magnetosomas sean útiles en la administración muy precisa de fármacos y en el diagnóstico mediante algunas técnicas de captación de imágenes.

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Valle de la Muerte

La greigita puede ser superior a la magnetita en algunas aplicaciones debido a sus propiedades físicas y magnéticas ligeramente diferentes.

El equipo de investigación ha descubierto que la especie de bacteria, denominada provisionalmente BW-1, produce tanto greigita como magnetita.

Un examen detallado de su ADN ha revelado que la BW-1 tiene dos conjuntos de genes para los magnetosomas, a diferencia de otras bacterias, que producen un único mineral y tienen sólo un conjunto de genes de magnetosomas.

Esto sugiere que la producción de magnetita y greigita en la BW-1 está probablemente controlada por grupos distintos de genes. El hallazgo podría resultar de gran utilidad para la biotecnología y la nanotecnología.

Las bacterias productoras de greigita representan un nuevo grupo de bacterias reductoras de sulfato, no reconocido previamente, que "respiran" el compuesto en vez de oxígeno como hace la mayoría de los organismos vivos.
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Se ha probado con éxito una cápsula endoscópica guiable por control remoto, inspirada por la ciencia-ficción, que tiene la capacidad de "nadar" por dentro de algunas partes del cuerpo humano y puede proporcionar a los médicos un grado de control sin precedentes para fotografiar su interior. La cápsula se diseñó para ser tragada como una píldora y puede equiparse con una cámara.

Una vez la cápsula está dentro del tracto digestivo del paciente, el médico puede guiar la cápsula a través del cuerpo usando un equipo de resonancia magnética por imágenes (MRI), fotografiar las áreas específicas de interés y ver esas imágenes por vía inalámbrica.

Con las cápsulas endoscópicas de tecnología convencional, cuando una de ellas está de servicio dentro del tracto digestivo, viaja dando vueltas al azar, y el personal sanitario no tiene ningún control sobre qué áreas del cuerpo están siendo fotografiadas.

Disponer de la capacidad para guiar una cápsula, apuntarla hacia el sitio de interés y fotografiar las áreas específicas seleccionadas, constituye un gran avance tecnológico, que probablemente tendrá muchas repercusiones beneficiosas para los pacientes y para la ciencia médica en general.

El equipo de Noby Hata y Peter Jakab, del BWH (Brigham and Women's Hospital), ha puesto a prueba con éxito un prototipo de su cápsula, con la ayuda de un equipo de resonancia magnética por imágenes. Las pruebas han demostrado que la cápsula puede ser manipulada para "nadar" a través de un tanque de agua. El próximo paso de la investigación es validar el buen funcionamiento de la cápsula dentro de un cuerpo humano.
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Una cápsula endoscópica convencional, usada

En el futuro, esta tecnología se podría utilizar incluso para suministrar medicamentos, o en otros tratamientos como la cirugía por láser, actuando directamente en los tumores o en las lesiones dentro del tracto digestivo.

La tecnología de las cápsulas endoscópicas está registrando muchos avances en los últimos tiempos, gracias a entidades como por ejemplo la empresa Given Imaging, una de las principales pioneras mundiales en el diseño y fabricación de cápsulas endoscópicas. En la década del 2000, las innovadoras cápsulas de esta compañía pasaron de ser una rareza tecnológica a alcanzar el millón de unidades vendidas.
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En su lento pero incesante movimiento sobre la superficie del globo terrestre, los continentes que han existido a lo largo de la historia geológica han dejado un amplio registro de sus interacciones mutuas sobre el sustrato rocoso en el que vivimos. De entre todas ellas destaca la unión de todos los continentes en uno solo, denominado Pangea, hace aproximadamente 300 millones de años. Geólogos de la Universidad de Salamanca y de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han hallado evidencias directas del choque entre Gondwana y Laurasia durante los albores del ensamblaje del supercontinente.

Los vestigios del ensamblaje de Pangea se encuentran diseminados por todo el mundo. Aunque es en el noroeste de la Península Ibérica donde se exponen con una calidad excepcional que permite un análisis detallado por parte de la comunidad científica. Trabajos de campo y de laboratorio llevados a cabo en las provincias de A Coruña y Pontevedra han permitido desvelar la huella dejada por la subducción continental en los macizos rocosos que constituían el margen más externo de Gondwana en el que se encontraba el noroeste de la península Ibérica.
Antes de chocar y formar algunas de las grandes cadenas montañosas que conocemos, uno de los continentes involucrados en la colisión se introdujo por debajo del otro, penetrando dentro de su manto subyacente. Este mecanismo, denominado subducción continental, tuvo lugar durante las primeras etapas de la formación de Pangea, tras el cierre del Océano Réico.

Un amplio sector del margen externo del continente Gondwana subdujo bajo Laurasia, hace aproximadamente 370 millones de años. Existen evidencias de este evento a lo largo de España, Portugal, Francia, Alemania y Europa oriental. Sin embargo, los datos que existían hasta la fecha sólo permitían establecer que ambos continentes se aproximaban entre sí en términos absolutos.

<<El choque de Gondwana y Laurasia>>
La subducción de una porción de un continente produce un estado de gran desequilibrio físico en el interior de la Tierra, el cual tiende a ser corregido mediante la expulsión del bloque enterrado en el manto de vuelta hacia la superficie. Gracias a ello es posible estudiar sobre el terreno los cambios mineralógicos y físicos que ocurren en los márgenes continentales durante la subducción, e inferir a partir de ellos la mecánica de su enterramiento.

Pero a pesar de lo aparentemente accesible que pueda resultar este tipo de información, lo cierto es que las transformaciones físico-químicas que tienen lugar durante el proceso de exhumación borran, casi por completo, la impronta creada durante la subducción que sólo se conserva en casos excepcionales.

Fruto de la colaboración entre Rubén Díez Fernández y José Ramón Martínez Catalán de la Universidad de Salamanca, y Ricardo Arenas y Jacobo Abati de la Universidad Complutense de Madrid, los datos aportados por este trabajo indican una subducción continental oblicua dextra del margen de Gondwana. En otras palabras, Gondwana y Laurasia convergieron oblicuamente durante las primeras fases del ensamblaje de Pangea, moviéndose lateralmente hacia la derecha uno respecto del otro en términos relativos.
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Cuando los adultos y los niños mayores hablan, escuchan el sonido de su voz y hacen correcciones sobre la base de esa realimentación auditiva. Ahora, sin embargo, una nueva investigación muestra que los niños muy pequeños no reaccionan a su propia voz del mismo modo.

Esto sugiere que los niños muy pequeños deben tener alguna otra estrategia para controlar su expresión oral.
Cuando hablamos, inconscientemente escuchamos los sonidos de las vocales y consonantes en lo que decimos, para asegurarnos de que pronunciamos correctamente nuestras palabras. Si la acústica de nuestras palabras es ligeramente diferente de lo que nos hemos propuesto, entonces ajustamos la forma de hablar para corregir estos errores leves.

El equipo de Ewen MacDonald, de la Universidad Técnica de Dinamarca, ha constatado que los niños de cuatro años controlan su habla en dicho aspecto de la misma manera que lo hacen los adultos, mientras que los niños de dos años no lo hacen así.

Los resultados de esta investigación apuntan a la conveniencia de reconsiderar las suposiciones comúnmente aceptadas sobre cómo los niños hacen uso de la realimentación auditiva. Quizás los niños de dos años se guían menos de lo creído por el sonido de sus propias palabras, y se apoyan más en sus padres u otras personas para controlar su forma de hablar. Los padres u otras personas al cuidado de los niños de esa edad a menudo interaccionan con estos de un modo que sirve para esa función.

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Si bien este estudio se ha hecho sobre niños con desarrollo normal del habla, el equipo de MacDonald planea explorar posibles aplicaciones que esta línea de investigación pueda tener para profundizar en las causas de trastornos infantiles del habla, como el retardo en el desarrollo de las habilidades dialécticas u otras anomalías.
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