Se ha descubierto que una serie de genes, sobre los que influyen el estrógeno (hormona sexual femenina) y la testosterona (hormona sexual masculina) controlan a su vez tipos específicos de conductas femeninas y masculinas en los ratones.
El equipo del Dr. Nirao Shah, de la Universidad de California en San Francisco, "desactivó" selectivamente varios de estos genes uno a uno y encontró que podía manipular conductas individuales en los ratones, como la libido, el deseo de entablar peleas, o la disposición a pasar más tiempo cuidando a las crías. Es decir que, a semejanza de una caja de distribución eléctrica con muchos interruptores, las conductas femenina y masculina están formadas en realidad por muchos comportamientos independientes.
Shah y sus colegas comprobaron que podían "desconectar" selectivamente algunas conductas masculinas, de modo que, por ejemplo, los machos continuaban peleando y marcando su territorio con normalidad pero dejaban de ejercer su conducta de apareamiento con las hembras. Asimismo, los científicos lograron modular conductas de las hembras para hacer que mantuvieran un interés activo en el sexo pero pasaran menos tiempo cuidando a sus crías, o viceversa.
El equipo de investigación cree que puede haber muchos más genes que sean regulados por hormonas sexuales y que, a su vez, controlen a otros componentes de las conductas masculina y femenina. Hay que plantearse, por tanto, que si se pueden descomponer las conductas masculina y femenina en componentes individuales, tal vez haya otras conductas complejas que de modo similar puedan ser descompuestas en componentes separados.
Se ha logrado identificar genes que controlan por separado diversos aspectos de la conducta femenina y de la masculina |
Identificar de qué manera diferencias genéticas en nuestro cerebro son responsables de las diferencias en nuestra conducta puede ser también un punto de partida para determinar el mejor modo de abordar enfermedades mentales y alteraciones neurodegenerativas humanas en las que existe esa diferencia de género. Por ejemplo, el autismo masculino es cuatro veces más común que el femenino.
Algunos de los genes analizados en el nuevo estudio han sido identificados como implicados en varios trastornos humanos en los que hay una clara diferencia de incidencia según el género. No se hallarán a corto plazo todas las respuestas a estos trastornos tomando como base sólo a esta investigación, pero en el futuro, ésta sí podría ayudar a identificar mejores vías para tratar esos trastornos.
En la investigación también han trabajado Xiaohong Xu, Jennifer K. Coats, Cindy F. Yang, Amy Wang, Osama M. Ahmed y Maricruz Alvarado, todos de la Universidad de California en San Francisco, así como Tetsuro Izumi de la Universidad de Gunma en Maebashi, Japón.
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